Hard Candy, película de David Slade: crítica y significado del cartel con Ellen Page
Hay carteles de cine que son una obra de arte en sí mismos, y que permiten ser analizados, no ya sólo desde el prisma de unos valores artísticos orientados a hacer publicidad de la película a la que representan, sino por su plenitud de significados y por la riqueza de su simbología. Un cartel de película que cumple con estos requisitos es el de ‘Hard Candy’, la opera prima de David Slade. En él están contenidas las principales virtudes que atesora la película, resumidas en una sola imagen de gran potencia visual y despojada de accesorios innecesarios.
En el cartel podemos ver a una joven misteriosa que nos da la espalda, con la cabeza cubierta por una capucha, portando una bolsa al hombro y vestida casi por completo de rojo, erguida en mitad de un cepo lobero que amenaza con saltar de un momento a otro, atrapándola entre los hierros. A primera vista, se nos muestra como la inocente presa de un avieso cazador, que quizás esté observando a su víctima agazapado detrás de unos matorrales. Sin embargo, algo –tal vez esa extraña combinación de fragilidad y seguridad en su porte, tan ajena al peligro tan inminente que le acecha; tal vez el contraste del rojo sobre el fondo blanco azulado– parece sugerirnos que nada es lo que parece, y que esa trampa donde parece haber caído no es sino la trampa que ella misma ha tendido. ¿Pero a quién?, nos preguntamos. A su cazador, obviamente.
El juego que propone David Slade al espectador es el del cazador cazado, y el cartel de ‘Hard Candy’ simboliza de forma magistral ese macabro cuento de ‘Caperucita Roja’ donde se invierten los papeles, de modo que la cándida y confiada Caperucita se transforma en el astuto y feroz Lobo. Y así es como el caramelo dulce se convierte en un caramelo duro de pelar.
En muchos aspectos se puede decir que el cartel de ‘Hard Candy’ es incluso mejor que la película, la cual arrastra el peso de lo poco creíble que resulta Hayley, la adolescente protagonista que interpreta con mucha convicción, eso sí, una deslumbrante Ellen Page. La construcción de este personaje sólo tendría sentido si fuera la personificación de la conciencia de Jeff (Patrick Wilson), pero una secuencia parece desechar esta teoría, a no ser que se trate de un injustificado ardid del director. La excesiva prolongación de una tortura psicológica no del todo bien resuelta y un guión que pierde fuelle a medida que avanza la trama impiden que el resultado sea óptimo, pero la película tiene sus virtudes, que son esas mismas virtudes que refleja con acierto el póster.
La introducción, desde los geométricos títulos de crédito con un visor rojo sobre fondo blanco, pasando por la conversación de chat, hasta el encuentro en la cafetería y el posterior viaje en coche al apartamento/estudio fotográfico de Jeff, es brillante. La excelente fotografía, la composición de los planos –cortos en su mayoría, pero también generales distribuidos de forma estratégica– y los encuadres que dejan mucho aire a los lados, así como los suaves desplazamientos frontales de la cámara, es muy destacable. También se percibe un notable trabajo de iluminación, sobre todo en exteriores, y los colores de los decorados están muy estudiados para resaltar el rojo. Ni siquiera me molestan esos planos congelados de las caras de los protagonistas cuando se miran extasiados en el coche, donde muchos han creído ver una deformación profesional de David Slade, quien procede del videoclip –ha puesto imágenes a muchas de las canciones de Muse–. Después de todo, considero adecuado este tratamiento fotográfico porque Jeff es fotógrafo.
Ahora bien, quizás el mayor defecto de ‘Hard Candy’ esté en querer ser provocadora y lograrlo sólo a medias, como si después del furor inicial, al autor le entrasen dudas sobre la conveniencia de provocar una reacción tan visceral en el público.
Tengo bastante claro que alguien como Takashi Miike, que jamás se censura a sí mismo, hubiera hecho algo muy diferente, más violento y comprometido, por así decirlo, con un guión como éste.
Y a pesar de esta decepción, ‘Hard Candy’ es una película muy recomendable, aunque sólo sea por estas tres razones que paso a enumerar: un duelo interpretativo de altura donde brilla con luz propia Ellen Page, ahora de actualidad gracias a ‘Juno’; la acidez de un cuento infantil dado la vuelta; y la estupenda canción de Blonde Redhead ‘Elephant Woman’, que cierra la película.
Tráiler de Hard Candy
Óscar Bartolomé