Sobre El Parnasillo

Una de las comedias más frescas y originales de los últimos años es ‘Louie’, una serie al servicio de su creador, el stand-up comedian Louis C.K., que escribe, dirige, produce, edita y, por supuesto, interpreta cada capítulo, como un hombre orquesta. ‘Louie’ no esconde su naturaleza: es una serie autobiográfica, o, por mejor decir, una biografía novelada, al modo de Nabokov y sus arlequines. Todo gravita alrededor de su voluminosa figura, de su soledad de cuarentón divorciado con dos niñas pequeñas a su cuidado que busca desesperadamente el amor y la felicidad. Por supuesto, está grabada al modo documental, aunque conviene aclarar que la fotografía no es, ni mucho menos, descuidada. El humor de ‘Louie’ es un humor absurdo, con muchas vetas surrealistas y fantásticas –como un onanismo daliniano–, pero que nunca pierde pie en la realidad, lo que lo convierte, ciertamente, en un retrato social y psicológico muy entrañable. Aquí, en España, casi nadie conoce a Louis C.K., pero en EE.UU. es una celebridad habitual de los late night de Jimmy Fallon, David Letterman o Jay Leno.
Muchos capítulos de ‘Louie’ siguen el mismo esquema. En primer lugar, los títulos de crédito, donde suena el tema central, ‘Brother Louie’, canción compuesta por Hot Chocolate y cantada por Stories. En los créditos vemos a Louie salir del metro, comer una porción de pizza en Gino’s y deambular por las calles de Manhattan hasta llegar al Comedy Cellar, ese club de la comedia donde actúa –también en la vida real– Louis C.K. A continuación le sigue la salva de chistes, que, por norma general, son escatológicos, sicalípticos y bastante soeces y, por desgracia, no siempre igual de ingeniosos o afortunados. Pero la mejor parte es, sin duda, la siguiente, la que se centra en la vida de Louie, en sus desventuras amorosas y en su faceta paterna. Es en ese cherchez la femme donde vemos su lado más triste y patético (¿cómo consigue ser a la vez prosaico y poético?), pues, no sé cómo, siempre se topa con mujeres desquiciadas o directamente locas. Su sosias femenino es Pamela –Pamela Adlon, también productora y ocasional coguionista, la pitufina cocainómana de ‘Californication’, quien aquí también parece que se interpreta a sí misma–, una mujer procaz y deslenguada, con un sentido del humor muy cáustico e irreverente y que nunca se cansa de burlarse de Louie, y que comparte con él su condición de madre separada. Su amistad intermitente, que se va perfilando durante las primeras temporadas, cristaliza en una relación “à la carte” en la cuarta, justo después de que Louie viva un amor cuasi platónico con Amia, la sobrina de su vecina húngara que queda atrapada en el ascensor –son sublimes esa tanda de capítulos integrados bajo el epígrafe común ‘Elevator’–. Ese amor sin palabras, donde la mímica sustituye al lenguaje, es enternecedor. Aquí Louie deja patente cuán idealista, enamoradizo y soñador es. No obstante, el lado más tierno y humano de Louie aflora cada vez que está con sus hijas Lilly y Jane –la pequeña, especialmente, es un diablillo–. Louie podrá ser un completo desastre en otras parcelas de su vida sentimental, pero con sus hijas es todo un padrazo. Por cierto, al final se agradece que alguien –Pamela, quién si no– le pregunte por esa distonía que el espectador percibe entre la madre mulata y las hijas tan rubias. Uno siente lástima de que el bonachón Louie no tenga más suerte en la vida, pues a menudo enlaza una calamidad tras otra, y le suceden cosas de lo más insólitas, como que un policía le quiera besar en su coche patrulla o que un indigente se le eche encima en un paso de cebra y al tropezarse acabe siendo decapitado por un camión.
Los flashbacks que nos muestran a un Louie niño o adolescente también son interesantes, sobre todo aquél de la cuarta temporada que se alarga durante dos capítulos, ‘In the woods’, y que explora su primera toma de contacto con el mundo de las drogas, y con el cannabis, más concretamente. La cuarta temporada es, sin lugar a dudas, la mejor temporada. Aquí alcanza su clímax.
No deja de sorprenderme que alguien como Louie, que, más allá de su apariencia física –le falta pelo y le sobran kilos, pero tampoco es que sea un adefesio–, goza de éxito en su profesión y de cierta fama y prestigio, tenga luego tantas dificultades para encontrar pareja. En ese sentido, me hace gracia el contraste que se produce entre su profesión, cómico, y las caras tan mohínas que pone ante las inesperadas situaciones que le sobrevienen. ¿Será que Louis C.K. es mejor actor que cómico? Podría ser.
Algo que llama la atención de ‘Louie’ son los cameos de personalidades destacadas del show business. Entre otros actores o directores famosos, aparecen Ricky Gervais, Chris Rock, Ellen Burstyn, Chloë Sevigny o Robin Williams (debió de ser una de sus últimas apariciones antes de su lamentable suicidio). Pero, sin duda, a quien más me sorprendió encontrarme fue al grande y añorado David Lynch, que interpreta a un productor excéntrico y maniático –hace un poco de sí mismo, supongo– que enseña a Louie cómo desenvolverse en un late night show para reemplazar a David Letterman. Poder ver a Lynch después de tanto tiempo alejado del cine –cómo has envejecido, amigo– fue uno de esos momentos impagables que uno agradece luego.
Así como Woody Allen fue durante muchos años la cara y la voz de Nueva York gracias a películas inmarcesibles como ‘Manhattan’, podría decirse que ahora el mejor embajador de la ciudad que nunca duerme, de su enorme caleidoscopio social y humano, es Louis C.K. Él es algo así como un Honoré de Balzac que escribe y nos muestra, cual cicerone, el tableau vivant de esa Comedia Humana hormigueante y estroboscópica que es la ciudad del Hudson y los Five Points.
También veo muchas similitudes entre Lena Dunham, la creadora de esa fábula moderna y feminista que es ‘Girls’, y Louis C.K. Ambos carecen de todo escrúpulo y pudor para mostrar su desnudez, tanto física como moral, y no tienen ningún reparo en reírse de sí mismos, hasta el patetismo más grotesco. A pesar de mostrar sus miserias en la pantalla, poseen un gran ego, como no podía ser de otra manera al montar un show en torno a sus infladas personalidades.
No sé cómo soportará ‘Louie’, la serie, el paso del tiempo, pero ya va por la quinta temporada, y hasta ahora cada una ha sido mejor que la anterior. Vale decir que viene siendo una habitual nominada en los Emmys, y aunque en esta última edición no se alzó con ninguna estatuilla, sí lo hizo años atrás, como por el excelente capítulo ‘So did the fat lady’. Sólo hay una cosa que me chirría cada vez que veo la serie: ¿cuándo cambiará de abrigo? Porque mira que lo tiene sobado. Lo dicho, larga vida a Louie.
Mucho me temo que Louis CK va a pasar un tiempo en barbecho después de haber recibido acusiones por acoso sexual en el marco del movimiento feminista MeToo, junto a otras figuras ilustres de la pequeña y gran pantalla como Kevin Spacey o James Franco, que ya han sido llamados a declarar ante el Tribunal de Justicia. En su descargo hay que decir que al menos es de lo pocos que lo ha reconocido y que ha pedido perdón a las víctimas. Ahora bien, es obvio que esto pone en jaque la continuidad de su serie Louie.
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Óscar Bartolomé